Desde finales de los años noventa, la idea de la responsabilidad social comenzó a adaptarse por numerosos actores del contexto político y económico mundial, incluidas instituciones financieras, empresas, organizaciones, agencias de desarrollo, escuelas de negocio, inversionistas y algunos gobiernos (Alea, 2007). Se ha encontrado que una gran cantidad de empresas que buscan ser socialmente responsables están suscritas en el Pacto Global de la Organización de las Naciones Unidas, comprometiéndose a cumplir con sus diez principios que defienden los derechos humanos, laborales, medioambientales y de anticorrupción (El Pacto Global en Argentina, 2004).

 

En la última década, el concepto de responsabilidad social ha ido en crecimiento y representa un desafío para las instituciones, incluyendo las Instituciones de Educación Superior (IES). En el caso de las IES mexicanas, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) publicó recientemente el documento Inclusión con Responsabilidad Social, dirigido a las Instituciones de Educación Superior, el Estado (en sus tres órdenes de gobierno) y la misma sociedad para que impulsen la responsabilidad social en la educación superior, la ciencia y la tecnología, para el desarrollo sustentable del país y la inclusión social de la población (ANUIES, 2012).

Esto se debe traducir en la transformación de la manera de operar de las IES mexicanas hacia una cultura de Responsabilidad Social Universitaria (RSU).

 

La responsabilidad social de la educación superior, la ciencia y la tecnología debe considerase como un elemento transversal a las funciones sustantivas de la universidad e incluir una gestión eficiente, transparente y de responsabilidad en el uso de los recursos que la sociedad le otorga. El postulado de la calidad es inherente a la responsabilidad social porque se busca ofrecer educación de calidad en los programas educativos. Asimismo, la responsabilidad social de las universidades debe dirigirse a sus estudiantes, sus familias y sus comunidades; esta interacción con el entorno inmediato resulta importante para establecer estrategias de alianzas con las autoridades públicas, el sector productivo, los grupos sociales y las organizaciones no gubernamentales (ANUIES, 2012)